Este bello gasterópodo se ha ido abriendo paso entre los aficionados españoles a los invertebrados acuáticos. Entre los troncos y la vegetación, rastrea a su presa como si de un tigre a escala se tratara. Anentome helena recibe numerosos nombres populares, como caracol caníval o asesino, caracol tigre, etc.
Pertenece a la familia Buccinidae y es originario del sudeste asiático aunque en la actualidad se encuentra distribuido por otros lugares del globo, fruto de la introducción casual o voluntaria por parte del ser humano. En Asia habita lechos arenosos o de sustrato blando de ríos y arroyos, donde caza a sus principales presas, caracoles del género Melanoides sp. y similares. Para ello los acecha activamente gracias a un órgano de rastreo muy eficaz, que a través de un largo sifón situado en la parte anterior del manto, capta señales químicas del agua procedentes de otros moluscos.
Una vez alcanza a su presa, la inmoviliza rodeando la entrada de su concha con su manto e introduciendo el rostro en el interior. Una potente rádula provista de lo que llamaríamos dientes rasga la carne del caracol apresado, ingiriendo todo su contenido en un tiempo de unos minutos a varias horas.
Las anéntomes son caracoles de reproducción sexual ovípara. Tras la cópula, los ejemplares hembra depositan pequeños huevos esféricos de alrededor de 1 mm envueltos en una capa gelatinosa con forma almohadillada y transparente. Estos huevos los adhieren a las rocas o troncos, o, en el caso de los ejemplares en cautividad, en superficies sólidas como el plástico de filtros u otros aparatos. Los caracoles recién eclosionados ya buscan crías de otros gasterópodos para alimentarse.
Detalle de los huevos en un filtro. Fotografía: Isaac García
Las anéntomes son caracoles de reproducción sexual ovípara. Tras la cópula, los ejemplares hembra depositan pequeños huevos esféricos de alrededor de 1 mm envueltos en una capa gelatinosa con forma almohadillada y transparente. Estos huevos los adhieren a las rocas o troncos, o, en el caso de los ejemplares en cautividad, en superficies sólidas como el plástico de filtros u otros aparatos. Los caracoles recién eclosionados ya buscan crías de otros gasterópodos para alimentarse.
Detalle de los huevos en un filtro. Fotografía: Isaac García
Algunos acuaristas los utilizan en gran número para controlar explosiones demográficas de otros caracoles más molestos como las especies de Melanoides sp. o los planórbidos o físidos, siendo relativamente efectivos en esta misión. Cuando se dispone de pocos ejemplares su efecto es más discreto ya que cada individuo no consume muchas presas al cabo del día. También hay que tener presente que en ausencia de sus presas habituales estos caracoles dan buena cuenta de la comida comercial o los preparados que utilizamos para alimentar al resto de habitantes del acuario. Otra fuente de alimento que utilizan son cadáveres en descomposición que quedan sobre el sustrato, ya sea de moluscos, crustáceos o peces. No suponen un peligro para caracoles de gran tamaño como las grandes neritas o los ampuláridos (caracoles manzana y similares) ya que al ser su tamaño mucho menor (raramente pasan de los 2,5 cm) no poseen suficiente fuerza como para abrir el opérculo de estas presas descomunales.
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Muy buen artículo compañero, muy bueno
ResponderEliminarMuchas gracias Jose ;) se agradece de verdad el piropo, pero no es para tanto. Un abrazo.
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