Filo: Crustacea
Clase: Malacostraca
Orden: Amphipoda
Familia: Gammaridae
Aunque existen más de 30 especies diferentes de este pequeño crustáceo, se suelen incluir todas bajo la denominación de falsas gambitas, cochinillas acuáticas o piojos de agua, siendo algunas de las más frecuentes Gammarus lacustris, G. salinus o G. pulex. Entre tal diversidad de especies, no ha de resultar extraño que podamos encontrarlos desde los arroyos más fríos hasta las costas marinas más cálidas, pasando por charcos temporales, acequias o estuarios, a lo largo de todo el globo, en agua salada o dulce, corriente o estancada y en rangos bastante amplios de temperaturas, dureza o pH entre otros factores. Su tamaño medio oscila entre los 3 mm y 1 cm, aunque existen especies gigantes como los grandes gammáridos del Lago Baikal en Rusia que alcanzan más de 7 cm de longitud.
Podemos utilizar los gammáridos para alimentar a varias especies de camarones o cangrejos carnívoros u omnívoros. Este alimento es rico en proteínas y minerales, ya que al ser un crustáceo con exoesqueleto, éste ya contiene por sí mismo sustancias que requieren los grandes crustáceos para desarrollar los suyos propios. Podemos suministrarlos vivos (si vamos a alimentar a crustáceos cazadores) o congelados (si son animales carroñeros oportunistas). En cualquier caso, el liofilizado o deshidratado en esta ocasión resultará poco útil (es el método utilizado para alimento de tortugas de agua) ya que los animales deshidratados flotan sobre el agua, produciendo un acceso difícil para los invertebrados que pretendemos alimentar. Suministrados vivos podemos estimular el sistema inmunitario y el instinto depredador de peces e invertebrados con alguna dolencia. Liofilizados podremos almacenar indefinidamente esta fuente de alimento, y congelados en cómodas dosis de pastillas podremos mantener íntegras sus propiedades alimenticias.
Se trata de crustáceos de tamaño diminuto, de apenas un centímetro o dos de longitud, con cuerpo aplanado lateralmente y dos pares de antenas sobresalientes pero no demasiado largas. Su aspecto general es el de media luna acorazada, muy similar a las cochinillas de tierra, con las que están emparentados. Son de movimientos rápidos y se alimentan tanto de materia orgánica en descomposición (animal o vegetal indistintamente) como de microorganismos en suspensión en el agua. En estado natural se reproducen a un ritmo acelerado, incluso cuando se dan temperaturas cercanas al punto de congelación. En cautividad su reproducción es algo más costosa por lo que no debemos desanimarnos si no tenemos éxito en un primer intento.
Primeramente deberemos localizar una población silvestre de donde podamos conseguir los primeros ejemplares. Los mejores sitios son acequias de aguas lentas o bien charcas donde se den en alta densidad. Si elegimos especies marinas o de aguas salobres, bastará con acercarnos a la orilla rocosa del mar para ir captando ejemplares. El mejor método es utilizar una malla o gambero de malla fina, a través de la cual no puedan escapar los adultos.
Su cultivo puede realizarse bien en estanques al aire libre, bien en acuarios dedicados a tal fin. La clave para conseguir que este cultivo sea exitoso es reproducir con fidelidad su ambiente natural. Debemos suministrar agua al tanque directamente de donde hemos colectado los gammarus, agua que será portadora del mismo zooplancton y fitoplancton del que se alimentaban en la naturaleza. Del mismo modo, si hemos conseguido los ejemplares de un ambiente de aguas lentas o estancadas, deberemos eliminar cualquier tipo de remoción del agua. Si hemos conseguido los gammarus de aguas agitadas, bien sean ríos o costas azotadas por las olas, deberemos procurar oxigenar y remover bastante el agua para que las algas y microorganismos de que se alimentan sigan creciendo en nuestro acuario. Otro tanto sucede con la luz. Si el lugar de donde los hemos obtenido estaba totalmente expuesto al sol o en latitudes tropicales, la iluminación sobre el acuario deberá ser intensa. Y así con el resto de factores físicoquímicos del agua (pH, Gh, Kh, temperatura, amonio, nitritos-nitratos, fosfatos, NaCl, KCl, etc.) por lo cual es indispensable hacer una medición paramétrica del agua de dicha zona, a ser posible in situ. Para ello sería también aconsejable realizar dos expediciones, una para medir los parámetreos del agua y observar el ambiente, y una segunda visita, ya con el acuario de cría preparado, para recolectar algunos ejemplares.
Una vez contemplados los parámetros del agua de la zona, sería conveniente hacer un ciclado de al menos dos semanas del tanque donde vamos a mantener y reproducir a los gammarus, incorporando, de ser posible, el 100% de volumen de agua de la zona escogida. De no ser posible, es recomendable un aporte mínimo de al menos el 40% del volumen del tanque, de lo contrario se producirán desequilibrios en la carga bacteriana y de microflora y fauna del agua que serán después difícilmente corregibles. Una vez está hecho este ciclado es el momento de introducir los ejemplares capturados. Un buen comienzo serían unos 20 ejemplares/litro aunque si se aportan en mayor número mucho mejor para iniciar el cultivo.
La instalación del mismo tipo de rocas, sustrato y plantas que en la zona de origen es incluso más indispensable que el hecho de mantener unos parámetros fieles al medio natural. Posiblemente estas especies no se reproduzcan sin la flora típica que crece en su zona.
Una vez está completo el acuario y hemos introducido los gammarus, si hemos seguido al pie de la letra todos los pasos, ellos mismos empezarán a reproducirse de manera rápida, alimentándose de los microorganismos en suspensión que rondan por el agua del tanque. Podemos suministrarles también hojuelas, gránulos o pastillas de fondo a base de vegetales y extractos de algas para acelerar su reproducción, ya que conforme estos alimentos se descompongan generarán más microorganismos que serán consumidos por los gammarus, quienes también se alimentarán en parte de estos restos de comida. Este hábito es mejor adquirirlo cuando ya tenemos una colonia importante de estos crustáceos y no en las primeras etapas del cultivo.
Cuando apreciemos que su número ya es bastante alto podemos empezar a realizar extracciones, bien de adultos con una malla que deje escapar a los juveniles, o bien con una malla más fina que capte a los de menor tamaño, dependiendo de qué peces o invertebrados vayamos a alimentar.
Conviene recordar que no es raro fracasar en las primeras experiencias de reproducción de este invertebrado pero que su cultivo aporta múltiples beneficios a nuestros peces y una vez se consigue es muy fácil de mantener. Otra cuestión importante a considerar es que estos pequeños crustáceos, si se introducen vivos en un acuario sin predadores pueden llegar a convertirse en una plaga, si las condiciones del tanque son las propicias. Esto, en algunos casos como los acuarios de pequeñas gambas filtradoras puede ser un grave problema, ya que estos animales en grandes grupos pueden competir con las gambas por la comida o incluso convertirse en diminutas jaurías de depredadores que darán cuenta de zoeas y gambas adultas. Cada tipo de alimento vivo tiene unas prescripciones de uso, y por supuesto también unas excepciones o precauciones a tener en cuenta, como es este caso.
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Podemos utilizar los gammáridos para alimentar a varias especies de camarones o cangrejos carnívoros u omnívoros. Este alimento es rico en proteínas y minerales, ya que al ser un crustáceo con exoesqueleto, éste ya contiene por sí mismo sustancias que requieren los grandes crustáceos para desarrollar los suyos propios. Podemos suministrarlos vivos (si vamos a alimentar a crustáceos cazadores) o congelados (si son animales carroñeros oportunistas). En cualquier caso, el liofilizado o deshidratado en esta ocasión resultará poco útil (es el método utilizado para alimento de tortugas de agua) ya que los animales deshidratados flotan sobre el agua, produciendo un acceso difícil para los invertebrados que pretendemos alimentar. Suministrados vivos podemos estimular el sistema inmunitario y el instinto depredador de peces e invertebrados con alguna dolencia. Liofilizados podremos almacenar indefinidamente esta fuente de alimento, y congelados en cómodas dosis de pastillas podremos mantener íntegras sus propiedades alimenticias.
Se trata de crustáceos de tamaño diminuto, de apenas un centímetro o dos de longitud, con cuerpo aplanado lateralmente y dos pares de antenas sobresalientes pero no demasiado largas. Su aspecto general es el de media luna acorazada, muy similar a las cochinillas de tierra, con las que están emparentados. Son de movimientos rápidos y se alimentan tanto de materia orgánica en descomposición (animal o vegetal indistintamente) como de microorganismos en suspensión en el agua. En estado natural se reproducen a un ritmo acelerado, incluso cuando se dan temperaturas cercanas al punto de congelación. En cautividad su reproducción es algo más costosa por lo que no debemos desanimarnos si no tenemos éxito en un primer intento.
Primeramente deberemos localizar una población silvestre de donde podamos conseguir los primeros ejemplares. Los mejores sitios son acequias de aguas lentas o bien charcas donde se den en alta densidad. Si elegimos especies marinas o de aguas salobres, bastará con acercarnos a la orilla rocosa del mar para ir captando ejemplares. El mejor método es utilizar una malla o gambero de malla fina, a través de la cual no puedan escapar los adultos.
Su cultivo puede realizarse bien en estanques al aire libre, bien en acuarios dedicados a tal fin. La clave para conseguir que este cultivo sea exitoso es reproducir con fidelidad su ambiente natural. Debemos suministrar agua al tanque directamente de donde hemos colectado los gammarus, agua que será portadora del mismo zooplancton y fitoplancton del que se alimentaban en la naturaleza. Del mismo modo, si hemos conseguido los ejemplares de un ambiente de aguas lentas o estancadas, deberemos eliminar cualquier tipo de remoción del agua. Si hemos conseguido los gammarus de aguas agitadas, bien sean ríos o costas azotadas por las olas, deberemos procurar oxigenar y remover bastante el agua para que las algas y microorganismos de que se alimentan sigan creciendo en nuestro acuario. Otro tanto sucede con la luz. Si el lugar de donde los hemos obtenido estaba totalmente expuesto al sol o en latitudes tropicales, la iluminación sobre el acuario deberá ser intensa. Y así con el resto de factores físicoquímicos del agua (pH, Gh, Kh, temperatura, amonio, nitritos-nitratos, fosfatos, NaCl, KCl, etc.) por lo cual es indispensable hacer una medición paramétrica del agua de dicha zona, a ser posible in situ. Para ello sería también aconsejable realizar dos expediciones, una para medir los parámetreos del agua y observar el ambiente, y una segunda visita, ya con el acuario de cría preparado, para recolectar algunos ejemplares.
Una vez contemplados los parámetros del agua de la zona, sería conveniente hacer un ciclado de al menos dos semanas del tanque donde vamos a mantener y reproducir a los gammarus, incorporando, de ser posible, el 100% de volumen de agua de la zona escogida. De no ser posible, es recomendable un aporte mínimo de al menos el 40% del volumen del tanque, de lo contrario se producirán desequilibrios en la carga bacteriana y de microflora y fauna del agua que serán después difícilmente corregibles. Una vez está hecho este ciclado es el momento de introducir los ejemplares capturados. Un buen comienzo serían unos 20 ejemplares/litro aunque si se aportan en mayor número mucho mejor para iniciar el cultivo.
La instalación del mismo tipo de rocas, sustrato y plantas que en la zona de origen es incluso más indispensable que el hecho de mantener unos parámetros fieles al medio natural. Posiblemente estas especies no se reproduzcan sin la flora típica que crece en su zona.
Una vez está completo el acuario y hemos introducido los gammarus, si hemos seguido al pie de la letra todos los pasos, ellos mismos empezarán a reproducirse de manera rápida, alimentándose de los microorganismos en suspensión que rondan por el agua del tanque. Podemos suministrarles también hojuelas, gránulos o pastillas de fondo a base de vegetales y extractos de algas para acelerar su reproducción, ya que conforme estos alimentos se descompongan generarán más microorganismos que serán consumidos por los gammarus, quienes también se alimentarán en parte de estos restos de comida. Este hábito es mejor adquirirlo cuando ya tenemos una colonia importante de estos crustáceos y no en las primeras etapas del cultivo.
Cuando apreciemos que su número ya es bastante alto podemos empezar a realizar extracciones, bien de adultos con una malla que deje escapar a los juveniles, o bien con una malla más fina que capte a los de menor tamaño, dependiendo de qué peces o invertebrados vayamos a alimentar.
Un pequeño acuario plantado puede ser nuestra primera experiencia de cría con gammáridos. Autor: Isaac García
Conviene recordar que no es raro fracasar en las primeras experiencias de reproducción de este invertebrado pero que su cultivo aporta múltiples beneficios a nuestros peces y una vez se consigue es muy fácil de mantener. Otra cuestión importante a considerar es que estos pequeños crustáceos, si se introducen vivos en un acuario sin predadores pueden llegar a convertirse en una plaga, si las condiciones del tanque son las propicias. Esto, en algunos casos como los acuarios de pequeñas gambas filtradoras puede ser un grave problema, ya que estos animales en grandes grupos pueden competir con las gambas por la comida o incluso convertirse en diminutas jaurías de depredadores que darán cuenta de zoeas y gambas adultas. Cada tipo de alimento vivo tiene unas prescripciones de uso, y por supuesto también unas excepciones o precauciones a tener en cuenta, como es este caso.
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Tienes un blog muy guapo, me hago seguidor que sin duda veo artículos muy interesantes. Me los voy a ir leyendo poco a poco.
ResponderEliminarTe dejo mi blog por si quieres pasearte por él, de momento esta en sus inicios! jejeje
http://acuaristacurioso.blogspot.com/
Un saludo!
Hola Sakana:
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios. Me he pasado por tu blog y me ha parecido muy interesante también, muy curioso y con una estructura bastante agradable. Si no te importa te agrego a la lista de blogs de Aquasnail, sin duda merece la pena seguirte en tu blog. Un abrazo desde Alicante.
Muy buen artículo, si no te importa me hago seguidor ;)
ResponderEliminarUn saludo desde Acuablog (http://acuablog.tk/)
Hola David:
ResponderEliminarClaro que no me importa jeje todo lo contrario. Un abrazo y ánimo con tu blog también.
Saludos desde Alicante.
Gracias Isaac, yo te agrego también a mi lista de blogs. Un abrazo compañero!
ResponderEliminarHola como estas quisera saber cuanto tiepo se demorar en reproducirse y donde puedo conseguirlos?
ResponderEliminarHola Daniel:
ResponderEliminarPues la respuesta a tu pregunta depende de a qué especie nos refiramos. Hay gammáridos de pequeño tamaño que se reproducen en cuestión de un par de semanas una vez alcanzan la edad reproductiva. En general podemos decir que son nimales que se reproducen muy rápidamente. El dónde encontrarlos depende de la zona donde vivas, pero hay multitud de lugares donde los puedes localizar (acequias, ríos, pantanos...).
Saludos!
Hola pobe sobre ese molusco tomar el agua donde ellos están situados es malo para la salud humana ¿? Hablo de consumo, a mi me están apareciendo en una perforación subterránea gracias
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