Aquí podréis explorar virtualmente a través de diversas expediciones a ecosistemas de agua dulce de diferentes localidades españolas así como de otros rincones del planeta. Los protagonistas serán los moluscos y crustáceos, así como también otros invertebrados como platelmintos, cnidarios, poríferos, insectos, etc. En general cualquier invertebrado de agua dulce podrá convertirse en nuestro foco de atención.

Además haremos entrevistas a expertos en el mundo de los invertebrados y de la acuariofilia e intentaremos hablar de noticias y temas de interés general. No olvidéis consultar el Cuaderno de Viaje para acceder al listado completo de artículos del blog.

Espero que disfrutéis de las imágenes y de la variedad de especies que tenemos en nuestras aguas continentales. También deseo que los temas y expediciones os resulten interesantes y que no dudéis en dejar vuestra opinión en las entradas y cualquier tipo de sugerencia. Un saludo cordial desde Alicante. Nos vemos en el agua.



23/3/10

La Acuariofilia como Educación Ambiental

Para empezar con esta entrada tendría que decir que será una de las pocas que sean puramente de opinión en este blog, ya que por deformación profesional suelo evitar connotaciones que no sean meramente objetivas y de carácter científico u orientadas a la información aséptica.

Introduciendo el tema, también debo hacer un pequeño inciso inicial. Hoy hemos celebrado en la Univesidad de Alicante la inauguración de la sexta edición del Curso de Ciencia y Sociedad, curso académico organizado exclusivamente por estudiantes de Ciencias entre los cuales tengo el placer de estar desde hace años como organizador. Este curso tiene el privilegio de ser el más multitudinario celebrado en España de estas características y con una periodicidad anual, contando con cerca de 1000 alumnos cada año. Pues bien, en esta edición el tema rector de la primera jornada que ha propuesto la coordinadora del curso (Paloma Gómez, compañera y amiga mía y ex-coordinadora de la Oficina Verde de la Universidad de Alicante) ha sido el maltrato animal. Hemos tenido el placer de contar con la participación de ponentes de la Asociación Asoka el Grande, la Asociación por la Defensa de los Animales y la Asociación Mata Atlántica, que nos han ilustrado sobre diversos temas y a los cuales desde estas líneas les agradezco su participación en el curso.

Cartel del V Curso de Ciencia y Sociedad (2009)

Sin embargo, en una de las intervenciones se ha hecho una aseveración con la que no puedo estar de acuerdo. En resumen ha sido algo tal que esta frase: "La acuariofilia se puede considerar una forma de maltrato animal y no puede catalogarse como actividad de educación ambiental". No puedo estar más en desacuerdo, aunque como opinión me parece igual de respetable que la mía, pese a no compartirla. Paso a exponer mi alegato.

En principio parto de la definición de educación ambiental, siendo ésta la forma o método por el cual somos capaces de inculcar en un grupo social información y valores relacionados con la naturaleza y el medio ambiente. De este modo, cualquier actividad que incida sobre un grupo de individuos haciendo que adquieran información sobre un ecosistema o formas de vida que se dan en la naturaleza es, en toda regla, un proceso de educación ambiental. En este sentido, la acuariofilia "obliga" a los acuariófilos o acuicultores a formarse e informarse sobre los requisitos de mantenimiento de sus instalaciones y, por ende, sobre los ecosistemas que se reproducen de forma artificial en nuestros hogares. Esto entendiendo la acuariofilia como la actividad de mantener acuarios y recrear biotopos naturales acuáticos. Es decir, los acuariófilos aprenden sobre la naturaleza de los animales y plantas que mantienen, se informan, se forman, no quizá en un sentido puramente académico (que en el caso de los grandes museos-oceanográficos o aquariums sí es evidente), pero sí en un sentido general, cotidiano. Este grupo de población dispone de unos conocimientos sobre la naturaleza que la gran parte de la sociedad no posee y, por norma general, también de unos valores ecológicos por encima de la media. Claramente, el balance es beneficioso. Por supuesto las excepciones existen y sí podemos hablar de individuos que no siguen este patrón, de personas que efectivamente maltratan a sus animales a través de actos directos o indirectos, no proporcionándoles las condiciones óptimas que sus animales o plantas necesitan para llevar a cabo sus funciones vitales. Pero desde luego no podemos hacer esta valoración extensiva a toda la acuariofilia, ni mucho menos. Esto es simplemente el lado oscuro que toda actividad humana conlleva inevitablemente.

Los aquariums como centros de educación ambiental. Fuente: Internet

Por otra parte, la práctica de nuestra afición reporta al ser humano otra serie de beneficios aparte de la información pura y dura. La acuariofilia se ha utilizado con éxito en terapias de relajación (cualquiera que tenga un acuario lo sabe), en instalaciones con ancianos y niños con discapacidades (aportando un notable beneficio a estas personas), etc. La acuariofilia también aporta un beneficio indirecto a los ecosistemas naturales ya que, a través de esa "sensibilización doméstica", la población se identifica con algunos problemas ambientales y se involucra (de alguna manera) en la conservación de los habitats naturales que nos rodean. De este modo la acuariofilia puede jugar (y de hecho lo hace frecuentemente) un papel vital en el movimiento ecológico-conservacionista global.

Si bien es cierto que según el prisma con que se mire podríamos considerar que en cierto sentido es una forma de maltrato animal... Si consideramos que los animales y plantas que mantenemos están "estabulados" (en establos, literalmente, es decir, encerrados en un recinto de vidrio) y no pueden disponer ni del espacio ni las condiciones exactas de las que hacen uso en su medio original, podríamos deducir que no es un comportamiento éticamente justo y que su lugar es la naturaleza... pues sí, donde mejor estarían (entendiendo por mejor aquello natural implicando todos sus ciclos de reproducción, crecimiento, depredación, etc.) es en su ecosistema original, en eso no puedo discrepar. Aplicando la analogía a otros grupos de fauna, los perros estarían bien únicamente en el bosque (como sus ancestros genéticos, los lobos) ya que en nuestros hogares están estabulados, encerrados. Y así, siguiendo la analogía, sería éticamente incorrecto mantener cualquier tipo de planta o animal doméstico ya que sería una forma de maltrato (quizá un maltrato sutil, pero maltrato siguiendo esta lógica). Considero excesiva esta visión eticista y creo firmemente que el mantenimiento de animales domésticos, en unas condiciones óptimas y lo más próximas a las naturales, es beneficioso tanto para los animales como para el propio ser humano y para todo nuestro entorno. Numerosos son los eruditos que nos han dejado la impresión de que sólo podemos amar (respetar, valorar, cuidar...) aquello que conocemos. ¿No nos resultaría más difícil dejar de matar ballenas y cetáceos si no fuera por los documentales de National Geographic o los oceanográficos donde podemos aprender en directo que estos seres son inteligentes y que su habitat está en serio peligro? ¿No es tremendamente positivo aprender a valorar la belleza de un manglar amazónico a través de un acuario que, de otro modo, desconocer que estos ecosistemas están siendo esquilmados en todo el mundo? ¿No hemos aprendido la tremenda complejidad de los arrecifes de coral y su sensibilidad a los cambios ambientales a través de la experiencia de los acuarios marinos? Pues sí, si hacemos balance, la acuarioflia ha aportado mucho conocimiento y concienciación a nuestra existencia. ¿Es o no es educar ambientalmente? Y barriendo para el terreno de este blog, ¿acaso mantener un acuaterrario de insectos no nos ayuda a conocer a este grupo de animales, a valorarlos, y a dejar de considerarlos "esos bichos repugnantes que debemos pisar cuando nos los cruzamos"?

Acuario de Massimo Faberi, ganador de la categoría de Grandes Acuarios del AAC 2009. Ejemplo de recreación de un ecosistema.

Lo que nos queda por hacer, nuestra labor como acuariófilos, es evitar caer en los grandes errores, en comprar por capricho, en adquirir organismos que desconocemos, que quizá no podremos mantener, que simplemente queremos porque sí, y debemos tender cada vez un poco más a naturalizar nuestros acuarios, a hacer que sean pequeñas ventanas a un mundo cercano que tanta gente ignora. En definitiva, tender a una acuariofilia responsable, lo más respetuosa posible, lo más natural posible. Inculcar nuestros valores de respeto por la naturaleza a padres, abuelos, hijos, hermanos, amigos... para que cuando vean uno de nuestros acuarios podamos decirles "Eso es una parte del Amazonas, si te parece bello, si te asombra, si consideras que te debería importar conservarlo, haz algo y pon tu grano de arena".

No espero zanjar, ni mucho menos, un tema como éste simplemente con una entrada de blog, pero si alguien se ha planteado el trasfondo de este asunto y hace acopio mental de su afición, su motivación y lo que le ha aportado... habrá valido la pena. Creo que es una buena reflexión que todo acuariófilo debería hacerse, sobre todo para hacernos conscientes de nuestra gran responsabilidad (y por supuesto, de nuestro privilegio por poder mantener estos "miniecosistemas"). Tal vez sea una buena reflexión antes de volver a ver nuestros acuarios un nuevo día.

Si quieres descargarte este artículo en formato Word, pincha AQUÍ.

1 comentario:

  1. Buenas, muy buen post, en relación con la acuariofilia, he visto esta web que tiene muy buena pinta para iniciados https://www.peces.website/

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